Es ésta una época para disfrutar, para observar las cosas con mirada de niño y recuperar la inocencia perdida, porque sin duda la Navidad es el tiempo de los más pequeños de la casa.
Estos días son buenos para reencontrarse con amigos que hace tiempo no vemos; visitar el Belén de la Catedral (que es maravilloso) o cualquier otro; pasear por el centro histórico y contemplar la bonita decoración; cantar villancicos; subir a los Montes de Málaga a respirar oxígeno puro. Son días para la nostalgia y la melancolía, echaremos de menos a los que ya no están, es inevitable, y recibiremos a los que vuelven a casa por Navidad ("vuelve... a casa vuelve... por Navidad") como decía el famoso anuncio de la tele; una época para reir, pero también para llorar. ¿Cuándo fue la última vez que lloramos? Yo hace cinco días y me sentí nuevo tras las lágrimas derramadas. Unos días para volver a ver "¡Qué bello es vivir!" o esa película que nos gusta tanto y nos recuerda que estamos vivos, que nos emociona y nos hace revivir algo especial.
Estoy cansado de que la negatividad filtre la visión de estos días y aflore constantemente la personalidad de Mr. Scrooge.
Démosle una nueva oportunidad a la Navidad. Disfrutemos con la familia, con los sobrinos, con los hijos y olvidemos por unos días este mundo de los adultos.