Hoy es el primer día que estoy en casa sin Lajka y ha sido más difícil de lo que esperaba. La tristeza me ha pillado un poco desprevenido y me sorprende que la marcha de mi compi me haya afectado tanto.
En la despensa he visto sus lentejas, los garbanzos para el humus, el arroz especial para risotto y una salsa inglesa sin abrir, todo me recuerda que ya no está.
En la segunda repisa de la nevera, apenas hay alimentos, salvo un resto del humus que tomamos en la cena de despedida el sábado.
Su armario vacío ha sido otra prueba que me ha demostrado que Lajka ya no está en casa. La repisa del baño está sin sus cremas, aceites y demás cosas de aseo, todo muy reluciente y limpio.
Después de seis meses, 24 semanas, conviviendo con alguien, adquieres una serie de costumbres y ahora echaré de menos las que nos unían a los dos. Muchos días madrugaba para desayunar con Lajka a las 7.45 antes que se fuese al trabajo. Echaré de menos cuando preparábamos esos ricos wok de verduras o el risotto de setas, pero la vida sigue. Espero no parecer melodramático al escribir estas cosas. Dudaba si compartir con vosotros estos sentimientos y el pudor amenazaba con impedirmelo, pero creo que es positivo hacerlo y por eso no me lo guardo solo para mi.
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