Acabo de volver a ver una película que ya me gustó bastante cuando la descubrí en la gran pantalla hará unos 4 años al estrenarse en las salas. Entonces no escribí mi crítica. Ahora sí.
Podría empezar con frases del tipo "engancha desde el principio", "te mantiene agarrado a la butaca desde el minuto 1" pero esta noche (la decimo cuarta del confinamiento) voy a tratar de elaborar una crítica alejada de clichés. Espero conseguirlo. Son las 1230 y esta noche se atrasa el reloj una hora.
Todo comienza Los Angeles, en 1998, con el entierro de la hermana de la protagonista, María Altmann, tras el cual, encuentra en un trastero de la fallecida, una serie de documentos en los que se habla del patrimonio de su familia, en el que destaca el cuadro que Gustav Klimt pintó a la tía de María, "Retrato de Adele Bloch-Bauer I".
Al igual que María, también eran austriacos los padres de su mejor amiga, hija de un famoso compositor, y cuyo hijo, abogado de profesión va a interesarse por el caso.
Bueno, en realidad al principio muestra nulo interés, en la escena en la que el chico (interpretado por Ryan Reynolds) y María (Helen Mirren) se encuentran, cuando degustan un Appelstrudel que nuestra protagonista ha preparado amablemente para él.
Me gusta especialmente esa escena. Cuando el abogado entra en el salón de la casa y contempla una foto en la que se ve a los padres de María, a su hermana, a ella misma y a sus tíos, y en ese preciso instante los personajes cobran vida y se nos presenta a la familia Altmann al completo.
La trama avanza en dos tiempos paralelos. La batalla de María por recuperar el cuadro pintado por Klimt , y la dura vida durante los tiempos de la Segunda Guerra Mundial en la Viena en los años 40, con los Nazis avasallando allá por donde pasan. Poco después de su primer encuentro, ambos viajan a Viena, donde se celebra un congreso sobre La Restitución de Obras Robadas por los Nazis.
Y ya del argumento no quiero desvelar nada más. Normalmente cuento menos de la trama, pero esta vez quizás me he excedido, aunque no habré contado más de los primeros 12 minutos.
Una historia muy entretenida, rodada en inglés y alemán, con una Helen Mirren poderosa, con un acento germánico, que se percibirá si se disfruta la cinta en su versión original. A destacar un actor español de origen alemán que me gusta especialmente, Daniel Brühl, y dos cameos originales, en los personajes de dos jueces. Uno, Elizabeth Mcgovern, la Condesa de Downtown Abbey, y otro, Jonathan Pryce, el Papa Francisco en la reciente Los dos Papas, que curiosamente es mi penúltima crítica en este Blog de Cine.
Para muchos Woman in Gold no pasará de ser un filme entretenido, pero para mi es algo más que eso. La dame de oro, habla de las raíces y de cuán importantes son para el ser humano. De cómo nos afectan los fantasmas del pasado y de que en la vida llega un momento de enfrentarnos a ellos. Pero principalmente habla de cómo los alemanes arrebataron a una familia judía todo su patrimonio. Habla del deseo de justicia, de la lucha y el esfuerzo por recuperar lo que es tuyo. Y de algo que he querido guardar para el final aunque quizás alguno ya lo adivinase: que se trata de una historia basada en hechos reales.