martes, 12 de mayo de 2020

El rebelde en el centeno, de Danny Strong (2017)


Leyendo El lenguaje perdido de las grúas, de David Leavitt, uno de mis autores favoritos, nacido en California, Usa, se me despertó la inspiración para escribir una crítica que llevaba semanas pidiéndome ser escrita.  

La película en cuestión está basada en la vida del autor de la famosa novela, El guardián en el centeno (The catcher in the rye) de J. D. Salinger publicada en 1951 en Estados Unidos, a la edad de 32 años. Una novela que ha vendido la friolera de más de 60 millones de ejemplares y que se ha traducido a mas de 30 idiomas.  Quiero matizar que no es una adaptación de la novela, ya que su autor nunca concedió los derechos para que su historia fuese llevada al cine Es posible, que aunque conozcas la novela, no la hayas leído. También es posible que no sepas que esa novela ha sido una de las que mayor éxito y mejores críticas ha recogido y que curiosamente fue la única novela que su autor publicó, a pesar del abrumador éxito que tuvo. Pero por eso precisamente, por lo abrumador que fue ese reconocimiento a su debut en la novela, entre otras razones, que decidió no volver a publicar, convirtiéndose en un personaje ermitaño que vivió recluido en su hogar y que apenas dio alguna entrevista a lo largo de su extensa vida.  En sus declaraciones, siempre dio a entender que no le interesaba lo más mínimo el contacto con sus lectores y con el público en general. Y quizás eso, es lo que a mi me llamó más la atención de Jerome David Salinger. 

Pero empecemos por el principio, y sigamos con la película, El rebelde en el centeno, que es de lo que aquí queremos verdaderamente hablar. 
La película se inicia en los años 40, en el periodo en el que Jerome, el joven protagonista, está ansioso por publicar alguno de sus relatos en The New Yorker, sin mucho éxito que digamos.  Tiene un profesor de literatura que lo admira y cuya relación de amistad recorre gran parte del filme. 
Llega la Segunda Guerra Mundial y Jerome se alista. Una guerra que le cambiará su vida en muchos aspectos. Volverá de ella más reflexivo y maduro. 
El rebelde en el centeno me parece que toca temas muy interesantes como el ansia por el éxito, el deseo de reconocimiento, la ambición de publicar una primera novela, pero también la película supone un amargo retrato de la compleja mentalidad de un escritor cuya vida estuvo llena de caminos nada fáciles de transitar y caracterizada por un planteamiento vital lleno de vericuetos.
Esa personalidad de Salinger está bien plasmada en el filme, y a pesar de  ser una cinta irregular, su mayor éxito es el retrato que hace de un hombre que llegó a la conclusión de que no tenía nada que decir al resto del mundo, más allá de los escritos que llegó a publicar. Entre el reparto, están Kevin Spacey en el papel del profesor, que me parece correcto. Nicolas Hoult está convincente y le confiere fuerza a su personaje. A destacar la editora de Jerome, interpretada por Sarah Paulson. 

Quizás a la película le falta profundidad en ciertos temas por los que pasa de puntillas. Le sobra pomposidad y glamour y le falta introspección en un personaje que podría haber dado más de si, en manos de otro director con más experiencia.
A mi como autor, la película me hizo reflexionar sobre las aspiraciones que tiene un creador en cuanto a su obra, su publicación, la repercusión en los medios, las críticas recibidas y todo ese feedback que un autor suele recibir de sus cientos o miles de lectores, si es que eres capaz de escribir un bestseller. Y que en el caso que nos ocupa, pienso que todos esos ingredientes bien mezclados,  fueron determinantes para llegar al ostracismo deseado y autoimpuesto por J. D. Salinger.